Prólogo del libro
Por Xoán R. Doldán
Hay libros que deberían existir desde hace tiempo. Muchas veces conocemos esta ausencia, otras la descubrimos cuando tenemos la fortuna de encontrarnos con que alguien ha tenido la feliz idea de asumirlo como una tarea y ha tenido el ánimo y la fuerza para culminarla. No es la primera vez que Manuel Casal Lodeiro (Casdeiro) es el artífice o el alma de obras indispensables para un tiempo como el nuestro, lleno de interrogantes, manipulaciones, malos entendidos o simplemente engaños, con un futuro en donde las evidencias ofrecidas desde distintos ámbitos nos anuncian un verdadero cataclismo social, económico, político, cultural, ecológico… Pareciera que nos hemos empecinado como especie en aniquilarlo todo y, sin embargo, también podemos ver cómo en diferentes lugares emerge con fuerza una reflexión profunda que introduce debates incómodos a los que la ideología dominante no se puede substraer aunque intenta torcerlos y anularlos.
Este libro que tenemos en nuestras manos es uno de esos indispensables, que formula preguntas para las cuales las respuestas distan mucho de ser las que, de manera simplista, nos suelen dar los medios de comunicación de masas y la propaganda de los grandes lobbies económicos o de la mayoría de las organizaciones políticas presentes en las instituciones. Gran parte de estas preguntas ni siquiera debería ser necesario enunciarlas después de tantos años en que hay algo más que certezas sobre la realidad que esconden.
Creo recordar que fue a finales del 2008 que conocí a Manuel Casal, aproximadamente un mes después de que yo hubiese asistido en octubre de ese año a la VII Conferencia Internacional ASPO en Barcelona y que llevaba por título Peak Oil: From below ground to above ground. Mi participación se limitó a escuchar las interesantísimas ponencias de personas de distintas nacionalidades y profesiones, pero que coincidían en buena parte de sus análisis. Siendo la séptima conferencia internacional y no habiendo estado en las anteriores traté de indagar más en esta temática. De hecho, lo venía haciendo desde hacía algún tiempo, consciente de que las cuentas oficiales de la energía no me acababan de casar y que detrás de las estrategias y planificaciones energéticas de muchos gobiernos aparecían huecos de los que nadie quería hablar. Al contrario, estábamos entrando en una gran crisis y aún se soñaba con seguir engordando la espiral consumo-producción-consumo de todo tipo de bienes y servicios y, cómo no, también de la energía. Yo mismo había vivido algunos sinsabores por esta negación a entrar en ciertos debates cuando ocupaba un puesto de designación en la administración autonómica gallega en la que me dedicaba precisamente a la planificación energética, a dinamizar políticas en torno a las energías renovables o a las políticas de ahorro y eficiencia. El peak oil me ayudó a entender la razón de bastantes de mis dudas, y la conferencia de Barcelona no hizo sino convencerme más. El paso siguiente era tratar de ver si en mi entorno más próximo alguien estaba trabajando estos temas. Ahí descubrí la Asociación Véspera de Nada, por unha Galiza sen petróleo, que llevaba un tiempo divulgando esta problemática. Manuel Casal era algo más que el alma máter de esta asociación que, con un número mínimo de socios, tenía muy claros sus objetivos, y a ese tren me subí y me dejé llevar.
Con el tiempo conocí la capacidad desbordante de trabajo de Manuel, su lucha por llegar hasta los pequeños matices, su infinita sed de informarse e informar, de no dar por válido nada de lo que no le convenza después de escudriñar datos y argumentos. Es difícil no sentirse abrumado por ese poder de poner en marcha mil proyectos colectivos, como por ejemplo el Instituto Resiliencia, de impulsarlos para que lleguen a buen puerto, de comunicarse con mil y una personas a diario, de resolver sus propios problemas personales y aún reservar tiempo para culminar libros como el que hoy podemos disfrutar. Siendo este el primero o el único libro ya estaríamos ante un hito significativo, pero es que antes hubo otros que se han convertido en referencias indispensables para mucha gente, algunos originalmente en gallego y luego traducidos a otros idiomas. Esta labor como pensador y divulgador la descubrimos quizás hace diez años con Nosotros, los detritívoros, que mostraba a la especie humana convertida en una plaga tan voraz que se alimenta de detritus como el petróleo y que camina hacia un colapso inminente, mientras se mueve presa de un optimismo tecnológico suicida fruto de una sociedad capitalista industrial que se cree indestructible. A este libro le siguió la Guía para el descenso energético que, siendo una obra en parte colectiva, no sería concebible sin las aportaciones omnipresentes de Manuel Casal. Esta obra permitió a Véspera de Nada situarse como un referente en todo el Estado español al ser pionera en entrar en la reflexión acerca de cómo sociedades como la nuestra pueden verse impactadas en una situación de colapso y cómo esto puede repercutir en la vida cotidiana de familias, colectividades, gobiernos locales, etc. No se queda ahí, sino que, además, se adentra en indicar iniciativas que podrían llevarse a cabo para prevenir esos impactos o para combatirlos minimizando las consecuencias. Esta guía venía a suplir una carencia que se había observado cuando hacíamos labores de difusión de la cuestión del peak oil desde la asociación, ahora que conocíamos el problema: ¿cómo se enfrenta un individuo común o una familia a un problema tan desmesurado?
Durante ese tiempo, y aprovechando las diversas convocatorias electorales, también se había insistido a organizaciones políticas de diferentes tendencias de la necesidad de incorporar en sus agendas y en sus programas medidas a tomar con relación al techo de las extracciones de los combustibles fósiles y la emergencia energética en ciernes. En general, la recepción había sido algo fría salvo algunas excepciones. Incluso en estas últimas, la adopción de un discurso más proclive a atender este tipo de demandas se contradecía con otras medidas en los mismos programas electorales o simplemente con la praxis de estas organizaciones. Seguramente ahí está el origen de otro libro fundamental de Manuel Casal, La izquierda ante el colapso de la civilización industrial. Apuntes para un debate urgente. Esta obra entra en el campo de las izquierdas para decirles que el debate sobre el colapso no debe ser sólo una denuncia al sistema capitalista imperante y sus consecuencias, sino que obliga a que estas organizaciones reaccionen ante lo que será un auténtico cambio civilizatorio. Los partidos y movimientos sociales de izquierda deberían ser una parte activa a la hora de construir alternativas reales que integren las limitaciones que impone el colapso. Los discursos sobre la necesidad de crecer económicamente para solucionar problemas sociales, las demandas de pleno empleo, la lucha por los salarios, etc., deberían revisarse bajo esta nueva óptica en donde la escasez de energía, la degradación ecológica, el agotamiento masivo de múltiples recursos no pueden ignorarse. Aun con la constatación de que existen iniciativas de mucho interés y alcance, queda mucho por hacer, y dicho libro interpela a las izquierdas para que debatan y actúen urgentemente para hallar salidas democráticas y con participación ciudadana que favorezcan a la mayoría. Quizás hoy La izquierda ante el colapso… debería ser releído una y otra vez para convencer a gran parte de los partidos que se sitúan a ese lado del espectro político del marasmo en que parecen haberse situado, frente a una extrema derecha en alza y una derecha clásica con posturas más extremas, particularmente en gran parte de Europa, y que sin duda nos puede arrastrar a una salida caótica, socialmente injusta y/o incluso violenta.
No acaban aquí las publicaciones de Manuel Casal, ya que ha participado también en múltiples obras colectivas, siempre con esa reflexión contundente que no nos deja indiferentes. Pero no puedo dejar de mencionar de todas ellas a la Revista 15/15\15, singular en sus contenidos, en las colaboraciones, en su diversidad idiomática o en su atractiva edición y que sería inconcebible sin la batuta atenta del autor. Sus objetivos se marcaron ya desde su primer número: contribuir a la construcción de una nueva cultura y una nueva civilización postindustrial, postcapitalista, postcrecimiento, ajustada a los límites de la biosfera y orientada a la satisfacción de las necesidades humanas y del resto de Gaia. ¿Ambiciosa?, sin duda, pero no se podría esperar otra cosa cuando la dimensión de los problemas que nos acucian es tanta, y sabiendo que la persona que gestó la revista actúa continuamente en esa misma dirección y con semejantes objetivos.
Las verdades incómodas de la Transición Energética constituye un paso más en esa dirección, pero no un paso fortuito o casual. Forma parte de este rompecabezas en que se ha convertido evidenciar lo que para mucha gente es ya patente: el cada vez más inminente colapso de nuestra civilización. Frente a esta visión se dan todo tipo de contraofensivas: la negación más absoluta; la aceptación parcial del problema pero con el contrapeso de una confianza ciega en la tecnología o en fuentes energéticas inagotables que están por llegar; la sombra de la sospecha de que el discurso colapsista es un discurso anticientífico, pesimista y paralizante; la aceptación de un colapso pero negando las limitaciones energéticas o materiales, ya que existen fuerzas que ocultan que la solución está ahí y cuando sea necesario acabará por resolver todos los problemas; la aceptación de que existen problemas graves pero afirmando al mismo tiempo que es posible transitar a otro modelo energético si hacemos un esfuerzo coordinado y colectivo, en el que los gobiernos, con las empresas energéticas de la mano, pueden poner los medios para evitar el colapso mediante un impulso a fuentes de energías renovables o la reconsideración de ciertas fuentes menos malas y más aceptables que las fósiles convencionales, etc. Curiosamente, muchas de estas contraofensivas obedecen a una misma razón: minar de múltiples formas la carga crítica de las denuncias colapsistas que, con datos y base científica, consiguen visibilizar la fragilidad de cimientos sobre los que está construida la civilización capitalista actual. Por eso este libro, una vez más, pone el dedo en la llaga, hace esas preguntas incómodas que no se quieren formular porque no se quieren responder. No obstante, necesitamos esas respuestas, la sociedad debe saber que detrás de los discursos aparentemente bienintencionados de izquierda y derecha sobre la transición energética —podemos añadirle los calificativos de justa, sustentable, o cualquier otro que incida en su aparente bondad— están los mismos intereses oligopólicos que mantienen vivo el sistema energético fósil actual, con las mismas intenciones y con idénticos resultados. Como en otras ocasiones, se pretenden movilizar más y más recursos energéticos, introducirlos en los mecanismos de los mercados oligopólicos actuales, intentar extender el mismo modelo que devora energía de forma continua y creciente, al tiempo que se impiden otros modelos alternativos, más descentralizados, más autogestionados, más democráticos.
Este libro no se queda en dar respuesta a la cuestión principal de la transición energética, sino que entra en otros aspectos de esta que, en muchas ocasiones, se asumen como verdades irrefutables si atendemos a cómo trabaja la propaganda institucionalizada. Por ejemplo, la transición energética como supuesta solución al cambio climático, cuando a veces este sirve de disculpa para reverdecer energías como la nuclear o el gas natural, como si todo problema ecológico se subsumiese en el cambio climático, y como si este no tuviese que ver con la naturaleza profunda del propio sistema económico. La economía circular también es objeto de atención, siendo desvestidas las propuestas que se presentan bajo ese paraguas, para ver que esa circularidad es más cosmética que real. El papel de la tecnología, o la moto que nos venden con el coche eléctrico como solución a uno de los grandes problemas energéticos como es el transporte, también son observados con el microscopio del autor, trayendo a un primer plano los aspectos más oscuros de las soluciones tecnológicas. Y así uno y después otro, se van desgranando en el libro los entresijos de la transición: el sector público, el empleo, el consumo…
Como broche, un epílogo amplio en el que confluyen muchas de las ideas que fueron apareciendo a lo largo del libro y nos permite ver el tema en toda su complejidad, pero de un modo en que todo cobra sentido, para constatar, como dice el autor, que “no se trata de un problema técnico, sino social, económico, político y definitivamente, un problema sistémico, un problema de nuestra cultura”.
Estoy convencido de que el libro le será útil a quien lo lea, lo disfrutará, por momentos le resultará incómodo, le animará a saber más, le gustará comentarlo con otras personas, le entrarán dudas… y espero que le anime a descubrir más trabajos del autor.
Personalmente estoy preguntándome ya cuál va a ser el nuevo trabajo con que me sorprenda Manuel Casal Lodeiro, porque habrá más. Los estaré esperando.